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Indestructible.

Con la mente paralizada por un auténtico bombardeo hormonal vivía junto a ella, soslayando sus defectos e impurezas, bajo aquel chisporroteo químico del amor más ferviente. Porque el enamoramiento tiene esa capacidad tan misteriosa de que, dos desconocidos al encontrarse, se vuelvan indispensables el uno para el otro, siendo la persona amada un prodigio de ser, capaz de transportarle hacia un nuevo mundo lleno de liberación.

La mayoría de la gente no cambia mucho en su edad adulta. Pero quien se enamora se vuelve de una forma plástica, fundiendo su mente, cual metal en el fuego. La tormenta emocional cambiará la forma de ver y de sentir el mundo que le rodea, emergiendo desde lo más hondo de su interior una energía creativa capaz de remover todo su ser. En ese momento, las imperfecciones de la otra persona son aspectos que la hacen única y la envuelven en una exclusividad, convirtiéndose en algo perfecto para el que ama. Puede resultar una verdadera transfiguración de la realidad. Pero, ¿No es esta realidad un punto de vista completamente subjetivo?

¿En el amor, quién es perfecto realmente? Si todo se amolda a ideales y sueños, que cambian con el tiempo, haciendo que esa perfección pueda desvanecerse, para dar paso a nuevos deseos y otros horizontes que marquen una dirección distinta. Cuando la primera nube de pasión desaparece, miles de parejas se separan, porque aquellos aspectos que ayer se pasaban por alto, hoy pueden corroer. La atracción física y la química personal son determinantes en una relación. Pero hay algo realmente importante que nunca es transitorio y efímero como ocurre en el enamoramiento. Es esa amistad, una complicidad y un sentido de compañerismo profundamente arraigados. Al fin y al cabo, tras cuarenta o cincuenta años de vida en común, en la pareja de ancianos poco prevalecerá el deseo erótico o la pasión febril que años atrás los mantenían indestructibles.

Así, la amistad se convierte en la gran aliada del verdadero Amor. La única que rescatará a dos enamorados que se han caído de la nube, y comienzan a sentir el frío suelo de una emoción menos ebria.

Las estrategias bien elaboradas pueden servir para atraer a una persona. Pero de nada servirán, junto con esas fingidas actitudes, cuando uno quiere emparejarse y vivir con esa persona el resto de su vida. Aunque no nos engañemos, porque todo cambia constantemente, y la persona que nos acompañe hasta nuestro lecho de muerte tendrá que vivir bajo la latente evolución. Hoy pueden ser la pareja más feliz y mañana estar abocados a la ruptura más sangrante o al simple desvanecimiento del Amor. Él, ella y el nosotros evolucionan juntos. Puede que a un ritmo distinto y de una forma diferente, pero siempre bajo los cimientos de la amistad, la comprensión y la adaptación del uno al otro.

Demasiadas cosas se aprenden en el mundo de la pareja, como dijo Eddy Cantor: “El matrimonio es tratar de solucionar entre los dos, problemas que nunca hubieran surgido al estar solo”.