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GRAN HERMANO

Desde hace años, un fenómeno televisivo acapara la atención de millones de personas. El reality show Gran Hermano puso un punto y a parte en la manera de hacer televisión.

Un hogar escaparate, nos brinda un poder de observación omnipresente y vigilante hacia la convivencia de un grupo de personas que, durante semanas viven sometidas a una lucha de egos, tensiones sexuales, sistemas de aprobación y todo tipo de desequilibrios emocionales.

¿Por qué después de tantas ediciones, sin apenas haber cambiado su línea estructural, este tipo de entretenimiento, sigue teniendo tanto éxito?





Si tenemos una vida vacía, pobre de emociones y carente de interesantes proyectos, una forma de alimentar ese vacío es vivir la vida a través de terceras personas, aunque esas personas nos representen menos que la flamenca negra del Whatsapp...

Vemos que la gente es feliz dejando que otros expongan sus miserias e incomodidades humanas, para después criticarlas de forma cruel, sintiendo el poder de decidir quien se va o quien se queda... De esa forma, Gran Hermano se filtra a través de los sentidos como un suave pero letal elixir, capaz de controlar las emociones, mientras anula nuestra evolución.


La mayoría de sus seguidores desconoce que el programa se ha basado en la novela 1984 de George Orwell, en la que el Gran Hermano es un líder tiránico que vigila constantemente a través de cámaras, controlando a una sociedad que sólo lucha por mantenerse viva; donde el amor es reprimido, el orgasmo es neutralizado y la policía del pensamiento mantiene a todas las mentes disciplinadas que, pueden ser castigadas incluso por la simple liberación de un "te quiero".

En 1984 sólo prevalece la mente colectiva del partido, anulando la del individuo. Se crean guerras para que el orden se mantenga estable, no con el propósito de ganarlas sino para mantener intacta la estructura de la sociedad, cuya jerarquía social sólo es posible basándose en la pobreza y en la ignorancia.

Aunque en la vida real no exista el crimen mental y el amor no sea castigado, hay un cierto paralelismo en 1984 con nuestra sociedad actual, y Gran Hermano es un ejemplo del modelo orweliano.





Quienes critiquen y tilden el programa de "basura" deben reflexionar si ellos mismos también forman parte de un Gran Hermano cada vez que ponen sus datos en una red social o simplemente hacen una búsqueda en su navegador.

GH podrá ser objeto de análisis social, ser material para un estudio sobre comportamientos gregarios y formas de convivencia, pero como objeto de entretenimiento es una eficaz trampa para cazar las mentes más dormidas.






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