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La pirámide de los italianos


En lo alto del puerto del Escudo, entre Burgos y Cantabria, se encuentra una de las edificaciones más extrañas que existen en España. Su aspecto fantasmagórico  nos recuerda vagamente a las construcciones aztecas o egipcias, pero su origen data de un tiempo mucho más reciente.

En este lugar se vivió una de las batallas más sangrientas de la guerra civil española, una carnicería que se cobró centenares de vidas.


El 17 de agosto de 1937, una fuerza italiana de combate, popularmente conocidos como Camisas negras, que el mismo Benito Mussolini envió a España para apoyar al bando nacional, luchó contra 22 batallones republicanos que permanecían apostados en lo alto de la colina. El objetivo era la toma de Cantabria, la cual lograron poco después, pero con un alto precio en bajas humanas.

Para conmemorar aquella batalla y enterrar a los caídos, Franco mandó construir esta pirámide en la que participaron presos republicanos. La magnificencia y atemporalidad, acordes a las pretensiones fascistas se manifiestan en este mausoleo con 372 nichos en su interior.






Al llegar junto a la pirámide, tan sólo escuchamos el sonido del viento y el rugir de algunos motoristas que velozmente coronan el puerto.


Su aspecto actual es bastante ruinoso; la desidia y el vandalismo se han cebado lo suficiente para que más de uno se lo piense dos veces antes de adentrarse en su interior. La entrada, bajo esa enorme M, que antaño cruzaban distinguidos oficiales -convertida ahora en un boquete de sucio hormigón- nos revela su estado de abandono.










En su interior observamos 360 nichos de pequeño tamaño, vacíos y con un aspecto tal cual imaginábamos al ver la entrada...

En el suelo de la sala, vemos una entrada subterránea con una escalera metálica por la que podemos bajar a su oscura cripta. Allí hay 12 nichos más grandes, construidos para los oficiales que murieron en la batalla.



La curva de los italianos

Si hay algo estremecedor que envuelve a esta pirámide, es lo sucedido 34 años después de aquella sangrienta batalla. El 19 de mayo de 1971, un autobús lleno de supervivientes de aquel combate, se despeñaba por un barranco al llegar a las proximidades de la pirámide. 12 de ellos murieron y 22 terminaron gravemente heridos. Se disponían a honrar a los difuntos soldados que permanecían en la pirámide. Algunos de los accidentados en el autobús eran familiares, pero la gran mayoría eran los mismos soldados que antaño mancharon aquella tierra de sangre.

Algunos pensarán en las casualidades del destino, pero esto se acerca más bien a una deuda kármica.

Un soldado tan sólo es un peón; su juicio y moral quedan supeditados por las órdenes de un superior. Jóvenes, que en ocasiones, su única bandera estaba formada por adrenalina e instinto de supervivencia. En medio de aquella carnicería, los colores y la patria perdían todo su peso.

Podían eximir toda culpa de aquellas muertes, dado que sólo acataban órdenes. Pero el Karma no entiende de culpas; tampoco si algo es bueno o malo.

Si has vivido lo suficiente, sabrás que cada cosa que hagas en la vida, cual boomerang, te será devuelto. Quienes no hayan meditado conscientemente sobre sus actos, estarán expuestos a sufrir aún más los efectos necesarios para alcanzar el equilibrio de la vida.



"Nadie escapa de sí mismo."
Baghavad Gita.






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