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El silencio suele reinar por las calles de Vime. Éste solo es perturbado por el tránsito de los escasos vecinos y algún visitante ocasional.
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En la provincia de Zamora, se encuentra un tranquilo pueblo llamado Vime, donde el tiempo ha enterrado unos sucesos, cuyo recuerdo apenas se mantiene vivo, bajo el testimonio de unos pocos lugareños.
Al entrar al pueblo de Vime de Sanabria, notamos ligeramente el frío rastro del éxodo rural. Algunos gatos nos observan desde los derruidos muros de las casas abandonadas, que aún conviven con las que permanecen habitadas y luchan por mantener cierta majestuosidad y lucidez arquitectónica.
Al aproximarse al pórtico de la iglesia, nos fijamos en unas losas sumergidas bajo el césped. Examinando bien, nos damos cuenta de que se trata de unas tumbas celtas. Pisoteadas durante años por los feligreses que acudían a misa.
El cementerio celta
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Las tumbas celtas, han pasado desapercibidas durante años, cual insignificantes piedras. |
Se pone aún más de manifiesto, esta desidia hacia las culturas ancestrales, al encontrar otras dos tumbas celtas en perfecto estado, muy cerca de la iglesia, junto a un parque infantil.
Se trata de la tumba de un adulto junto a una segunda de menor tamaño, probablemente de un niño de corta edad. Las tumbas han sido usadas durante años como abrevaderos para el ganado. Siendo en la actualidad pasto de la más absoluta dejadez y abandono.
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Una de las tumbas mejor conservadas. A escasos dos metros se sitúa la de menor tamaño, probablemente de un bebé. |
Estas tumbas indican la posible existencia de un cementerio celta en el pueblo. Dada esta presencia, no es de extrañar que el pueblo fuese un asentamiento celta importante.
Resulta complicado encontrar restos de este supuesto poblado celta. La memoria histórica y el respeto por las antiguas civilizaciones, son conceptos que no ocupaban espacio en las mentes de los nuevos pobladores, más preocupados de evitar el hambre y el frío, mientras se ocupaban de sus cosechas y el ganado.
Por eso, en la mayoría de los pueblos, era una costumbre muy habitual reutilizar las piedras de antiguas edificaciones, para construir nuevas casas, cabañas, establos o cierres para sus parcelas.
La pandemia de Villargel
Uno de los sucesos más trágicos de la historia de este pueblo, fue la peste que asoló en el siglo XI a toda la población, quedando una única superviviente. El cólera se propagó rápidamente, provocando unos efectos letales.
Se dice que, algunos habitantes al sentir los primeros síntomas y ver el horror de aquella hecatombe, optaron por el suicidio.
En el pueblo, cuentan la historia de una joven de quince años que, cayó junto a un arroyo, en la fuente donde se situaba el lavadero. Por el agua fría u otro tipo de circunstancias, ella pudo recuperarse, siendo entonces la única habitante del pueblo.
Los pueblos árabes, tras su derrota y huida desde el norte, pasaron por el pueblo -por entonces llamado Villargel- encontrándose éste vacío, a excepción de la muchacha superviviente.
Los árabes se asentaron durante un tiempo, bautizando al lugar con un nuevo nombre, para olvidar aquella tragedia que había diezmado a todo el pueblo.
Esta joven acababa de convertirse en la primera habitante de un renovado pueblo de raíces árabes, llamado Vime.
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Junto a la iglesia, un castaño milenario de imponente robustez, fue plantado por los árabes, como símbolo del renacer del pueblo, tras la fatal pandemia. |
Las calaveras de Vime
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